20 de marzo de 2013

Muerte de Chávez, un mito se apaga, y polémicas cuestiones permanecen.


La jornada del 5 de marzo se volvió roja. Rojo, como el color de la tarjeta recibida por Nani, el delantero de Manchester United (que juega en…rojo) durante el partido de Champion’s League contra el Real Madrid. Teñido de rojo como las calles francesas este mismo día con las manifestaciones de los sindicatos. Sin embargo, es un rojo totalmente diferente que llamó la atención este 5 de marzo. La información corrió como un reguero de pólvora en el planeta: Hugo Chávez, el príncipe rojo de Venezuela murió, un mito se apaga, y polémicas cuestiones permanecen.

Pequeño orador se convertirá en grande.

Siendo un niño, había sido elegido para decir algunas palabras para saludar al primer obispo del muy pobre Estado de Barinas, pasando por su pueblo. No tenía más de 10 años y se puso rojo… de timidez. Él, es el pequeño Hugo, que intentó domesticar el micrófono desde su juventud más tierna. O, al menos, es la historia que el ex líder venezolano contaba para explicar su carisma delante de un auditorio. Un poco menos de la mitad de un siglo después, el jovencito se transformó en un ogro del poder, gracias sobre todo a su fabulosa elocuencia, y es rojo…de agresividad que arengaba al pueblo.

“Siento que no soy Chávez, que Chávez es un pueblo. Yo soy un pueblo, me siento encarnado en ustedes y ustedes son todos unos Chávez, somos todos unos Chávez”. ¿Qué pasó entonces dentro de 50 años para que el pequeño Hugo hablando al obispo, preocupado por el eco del micrófono, se transformara en un político populista, mito en su país, antes de morir después de dos años de combate en contra de un cáncer vigoroso?



Hugo Chavez con su gorro rojo, discursando delante el pueblo. 


Bolivar, este héroe. 

De origen muy modesto, el nativo de Sabaneta, hijo de maestros comprometidos políticamente [su padre fue 3 veces gobernador del Estado de Barinas] empieza a tener su propia ideología durante su escolaridad al Daniel Florencio O’Leary School, preparatoria de Barinas, la población más grande de su ciudad. Frecuentando la oposición de la dictadura de Marco Pérez Jiménez (1952 – 1958), muestra un interés creciente por las obras de Bolívar [héroe de la independencia de Venezuela, el Libertador]. Chávez desarrolló con sus compañeros de estudios una doctrina de izquierda nacionalista llamada el “Bolivarianismo”.

Una vez que sus estudios terminaron, y después de haber entrado en el ejército, Hugo continuó desarrollando su espíritu político. Impresionado por la tentativa del general panameño Torrijos para recuperar el control del canal de Panamá de los Estados Unidos en los a años 1970, Chávez puso al centro de su doctrina el rechazo de la intrusión estadounidense dentro de los asuntos propios de América Latina. El líder venezolano dio forma también a su deseo de dar proximidad con el pueblo y eligió una orientación política y voluntarista de izquierda, intentando ayudar a los más pobres.

Así pues, Chávez enfadado de la política pro-norteamericana y llena de corrupción de Carlos Andrés Pérez, presidente de 1974 a 1979 y de 1989 a 1993, provocó en febrero de 1992 un golpe de estado, abortado por el poder. Encarcelado, el insurgente no abandonó y grabó una casete llamando al pueblo a levantarse en armas, esa segunda tentativa fue también corta de raíz. Sin embargo, 2 años después Hugo fue liberado y el cuadragenario ya visto como un veterano político logró vencer en las elecciones presidenciales de 1998 con 56% de los votos.

Lo llamábamos el ídolo del pueblo.

Lo siguiente, lo conocemos de memoria. Durante su primer mandato, el líder venezolano transformó radicalmente el país, desarrollando una economía mucho más populista, casi proteccionista, o al menos cerrada a los investimentos que llegaron de los Estados Unidos. Trabajó también en el mejoramiento de la situación de los más necesitados, sobre todo en los sectores de la salud o de la educación. 

Una asamblea constituyente también había sido elegida poco después de su toma de posesión y redacto un nueva Constitución “Bolivariana y Participativa”, promulgada por un referéndum. El texto, populista, pretendió proteger los derechos de los más pobres a propósito de los temas de la educación, el trabajo, la salud y de las minorías indígenas [la familia de Chávez es de origen indiana]. El temor de sus adversarios políticos era real con este cambio brutal: el país recibió un nuevo nombre, la “Republica Bolivariana de Venezuela”, y los poderes del presidente fueron aumentado (el mandato pasó de 4 a 6 años y consiguió el derecho de disolver el Parlamento). 

Lo que, primeramente, era visto por la oposición como un peligro terminó a ser intolerable: La conjugación de las constantes alocuciones en las pantallas de las cadenas nacionales, su ropa militar, su actitud anti-imperialista y sobre todo sus decisiones de pretender aumentar aún más su poder, inquietó cada vez más a sus adversarios políticos. Reelegido en 2000, confortado por el pueblo pero odiado por la elite, Chávez iba cada vez más lejos. Apoyándose sobre la base más pobre, denigrando a los más ricos y educados, el presidente perdió el apoyo de todos los intelectuales. En el 2002, tuvo que luchar en contra de un golpe de Estado de la oposición que fracaso en el rojo color de la sangre. Sin embargo, surfeando sobre esta ola, destrozado por su personalidad que se convirtió en algo casi divino, Chávez decidió atacar a los “profanes” que no paraban de criticarlo, sobre todo durante el mes de diciembre del 2002, con unas huelgas importantes organizadas por la oposición, pero al final controladas por el presidente. 

“Hasta que Dios lo permite.”

Ahora bien, vemos el verdadero rostro de este líder sudamericano. Chávez usó cada vez más un poder basado sobre la proximidad con el pueblo, y fue confortado con el referéndum del 2004, provocado por la oposición con una idea simple: “¿A favor o en contra de Chávez?”. El resultado fue claro, casi 59% de los votos eran a favor de este aficionado de beisbol [Chávez soñaba durante mucho tiempo atraer la atención de los equipos estadounidenses, y terminó participando en un partido de los Mets de Nueva York, pero siendo invitado una vez que fue presidente]. El pulpo bolivariano terminó controlando los últimos sectores del país: prensa, televisión nacional, sociedad nacional de petróleo [PDVSA].

La trayectoria ascendente de Chávez siguió. Ganó nuevas elecciones en 2006 con 63% de los votos, lo que la oposición denunció como “la coronación de Hugo I”. En el 2007, se creó un decreto acordando los plenos poderes para sacar adelante su revolución socialista. Consiguió también la posibilidad de representarse en las elecciones “hasta que Dios lo permite”. Su victoria del 2012, a pesar de su cáncer anunciado unos meses atrás, confirmó la idea que solamente la muerte podría forzarlo a dejar el poder, situación que llegó el 5 de marzo de 2013, jornada de color sangre para los venezolanos de luto.


Capture d'écran de la diffusion par la chaîne Telesur de la procession funéraire d'Hugo Chavez à Caracas, le 6 mars.
El ataúd de Cháavez en procesión en las calles de Caracas.


Caudillo, populista, u objeto político sin identificación.

Poner en juicio la personalidad de Chávez es, objetivamente, muy difícil. La actitud de híper presidente del líder venezolano, permite incorporarlo en las definiciones típicas de un Caudillo o de un líder Populista. Las dos expresiones propias de América Latina quedan, sin embargo, imprecisas. En teoría, el Caudillo es un hombre político del siglo XIX, basando su poder sobre las masas que seguirían a este líder, que representa los valores del país que domina. Chávez no corresponde enteramente a esos criterios, porque no es un propietario de tierra, como los ejemplos históricos de América Latina: el mexicano Santa Anna, y el argentino Juan Manuel de Rosas. El hecho de poseer tierras ayudó en el pasado a influir en el pueblo para recibir su apoyo total, esos líderes siendo sus patrones al mismo tiempo. 

El término populista sería entonces más adecuado, en el sentido latinoamericano de la palabra. Chávez consolidó su poder sobre el pueblo, utilizando la sombra terrible de las elites o de los imperialistas para justificar las dificultades de su país. Su idea de revolución socialista se inscribiría en la idea cuyo objetivo sería el de quitar de las manos de los más ricos los aparatos del estado y de la economía. Eso podría igualmente justificar su odio feroz hacia los Estados Unidos, este “Gran Satán” responsable de todos los problemas de Venezuela. Este calificativo puede sin embargo ser a doble filo. Está claro que los éxitos económicos, sociales y culturales de Chávez son múltiples, desde la renovación de muchos hospitales hasta la alfabetización de más de dos millones de venezolanos. Pero este Nuevo Populismo tiene también una parte obscura, pues permitió a un presidente obtener el poder en 1999, limitando las libertades de la oposición, acomodando las constituciones a su favor o también forzando el exilo de miles de venezolanos preocupados por su seguridad. 

Sin embargo, este Objeto Político No Identificado quedará visto como una figura emblemática del continente latinoamericano. Visto como un mesías por muchos gobernantes y pueblos del mundo, Chávez logró federar muchos dirigentes de la región. Así logró limitar la influencia de los Estados Unidos en la región, haciendo la apología de su idealismo de izquierda, el Bolivarianismo y se acercó a los patitos feos de la región, a la imagen de Cuba. Su influencia era real, puso su marca a un nuevo movimiento, un nuevo populismo, como en Bolivia, Ecuador, o Colombia. En el plan internacional, sus acercamientos con Irán, el enemigo público número 1 del Occidente, y sus relaciones con Corea del Norte han sido muy criticados.

Un miedo del vacío.

La ausencia más importante de la muerte del líder carismático dará mucho de qué hablar, sin duda alguna en su propio país. Nuevas elecciones llegarán próximamente, y nos van a permitir ver una lucha entre Nicolás Maduro, vicepresidente allegado de Chávez y Henrique Capriles, líder de la oposición, y derrotado ya en octubre del 2012 por el propio Chávez. La falta de verdadera personalidad carismática, que tal vez tiene que ver con la híper presidencia de tendencia populista de Chávez desde 1999, podría ser problemática. Las luchas de poder en su propio partido dejarán más posibilidades a una oposición finalmente liberada de su máximo enemigo. Los próximos días revelarán la actitud de los dos partidos, esperando que el color rojo no sea una moda en Venezuela.

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